La afirmación de que en la nueva Física surgen ideas filosóficas puede comprobarse de dos maneras. En primer lugar, averiguando los casos en los que una idea filosófica ha estimulado el trabajo científico hacia nuevos rumbos. En segundo lugar, observando que la investigación física, sin influencia directa de ideas filosóficas, puede llevar a resultados que requieren una interpretación filosófica.
«Física clásica» la investigación física hasta fines del s. XIX, que tuvo sus principios básicos en la obra de Isaac Newton (v.), en el s. XVII, y que en íntima unión con la nueva Física del s. XX forma la Física moderna Muchas veces se confunden las expresiones «Física moderna» y «Física nueva», lo que dificulta un entendimiento claro, sin equívocos, entre historiadores, filósofos y físicos.
La nueva Física del siglo XX.
La Física clásica puede llamarse así con razón por la belleza y perfección de sus estructuras matemáticas (p. Ej., las ecuaciones diferenciales, en la mecánica, o en la electrodinámica). En este sentido, de belleza matemática, la nueva Física es igual a la clásica
Lo que realmente distingue a la Física nueva son sus objetos, que ya no son cosas o experiencias diarias del orden de abarcable del hombre (p. Ej., la trayectoria de una piedra lanzada, el movimiento de una bolita cargada en un campo eléctrico, la órbita de un planeta); la visión intelectual y científica se ha extendido con la Física del s. XX hasta los confines del mundo en que vivimos, y esto en el doble sentido de los límites interiores del microcosmos de las partículas elementales (v.), los núcleos (v.) y los átomos (v.), y los límites exteriores del universo (v.) o cosmos en su totalidad. Al decir «límite», ya en la matemática pura se toca el análisis (v.) infinitesimal, y se levanta, en el fondo, el problema eminentemente filosófico de lo finito y lo infinito (v.), del discontinuo y el continuo (v.).
Las ideas filosóficas y los descubrimientos físicos.
Ya hemos mencionado una diferencia decisiva entre Física y Filosofía diciendo que la Física comprende la investigación actual, mientras que la Filosofía descansa en la perennidad de su historia que abarca más de dos milenios y medio. Al hacer constar esto, no quitamos valor de verdad a los descubrimientos científicos en siglos pasados, como los de Arquímedes, Leonardo da Vinci o Galileo sino que ponemos de manifiesto el carácter de la ciencia física que, como toda ciencia particular, es esencialmente descubrimiento. La ciencia filosófica, por el contrario, no es un descubrimiento pendiente de la cantidad y del aumento de las experiencias, como lo es la ciencia física, sino un descubrimiento de una vez para todas, un a priori en el sentido de Husserl, una idea que, una vez ideada, queda para siempre «Idea» en griego se significa sencillamente «ver». Idea, por tanto, es la visión total, global, integral y concreta que reúne los descubrimientos siempre parciales y, por tanto, abstractos de las ciencias especiales en la concretización filosófica
. Hemos encontrado diez grupos de ideas filosóficas que reaparecen en la nueva Física con mayor intensidad que en los siglos anteriores. Enumerados en un orden sistemático, son los siguientes:
1. Infinito-finito;
2. Ser-temporalidad;
3. Continuo-discontinuo;
4. Potencia-acto;
5. Dialéctica-complementariedad;
6. Multiplicidad-unidad;
7. Orden-azar;
8. Idea-realización;
9. Verdad-apariencia;
10. Ser-pensar (Verdad y Persona).
1. Infinito-finito.
La primera mención filosófica del infinito como principio de todo ente se encuentra en un fragmento que nos relata de Anaximandro, del s. VI a. C. En la matemática pura -aunque la crisis fundamental, provocada por la introducción del formalismo de la teoría de conjuntos actualmente infinitos, el círculo llamado Bourbaki se inclina hacia una concepción potencial del infinito cuantitativo, solución que había adivinado ya Aristóteles con su famosa definición: «Ningún infinito (cuantitativo) tiene ser, porque de lo contrario el concepto de lo infinito no sería infinito»
La Física del s. XX, como consecuencia natural de la teoría de la gravitación (o relatividad, v., generalizada) de Albert Einstein, nos brinda la siguiente solución: El universo es finito, pero ilimitado. Su extensión actual es ca. 1022 Km., y contiene ca. 1022 estrellas fijas o 1080 partículas elementales. Como en la superficie de la Tierra, un viaje mundial que fuese siempre en la misma dirección terminaría en el punto de salida. Para comprender el mundo finito-ilimitado, no es indispensable recurrir a una geometría cósmica no-euclídea (esférica o elíptica), sino basta recordar el principio de equivalencia de Einstein que dice que un campo geométrico real (el espacio mundial) es siempre sustituible por un campo de fuerzas. (CAMPO VECTORIAL; CAMPOS, TEORÍA DE). Pues bien, el campo energético total del cosmos es dé tal estructura que impide que cualquier cuerpo salga del universo finito-ilimitado; y fuera del mundo no hay ningún objeto físico, porque decir «espacio vacío» equivale a decir «la nada».
2. Ser-temporalidad.
Este tema es tratado ya en el poema Sobre la Naturaleza de Parménides (v.), que argumenta que el ente verdadero no puede someterse a la caducidad temporal (v. ENTE; SER; TIEMPO). En la formulación matemática que Hermann Minkowski (1864-1909), maestro de Born en Gotinga, ha dado a la teoría especial de la relatividad (v.) de Einstein, la temporalidad se convierte en una cuarta dimensión que se añade a las tres dimensiones del espacio. Einstein ha desarrollado esta idea en su teoría generalizada, publicada en 1915, que describe el mundo como una unión espacio-temporal. Algunos de los físicos, matemáticos y filósofos más destacados del s. XX -entre otros, Bavink, Eddington, Einstein, Minkowski, Wenzl, Weyl- han creído en la realidad de la unión cuatridimensional, como una demostración matemática de la idea eleática de un mundo que es puro ser, en verdad, y donde el tiempo es una mera apariencia de los mortales.
3. Continuo-discontinuo.
. Es otra cosa en la realidad exterior o física, donde caeríamos sin remedio en el abismo del análisis infinitesimal, si la Física actual no nos ofreciera la solución real de la ya mencionada «vida mínima» de una partícula o del «tiempo elemental».
4. Potencia-acto.
El primero en introducir en la Física el binomio aristotélico potencia acto para explicar el dualismo onda-corpúsculo fue el matemático, físico, psicólogo y filósofo Aloys Wenzl . Para entender la profundidad y el alcance de esta idea, hacen falta unas aclaraciones terminológicas, a saber: lo que Aristóteles llamó dynamis (en latín: potentia), la Física moderna a partir de mediados del s. XIX lo denomina energía (v.), que se define como la capacidad de efectuar un trabajo; y, sin duda, «capacidad» significa una potencia. La correspondencia de los términos se esclarece más aún si analizamos la definición de un campo energético como «un conjunto de efectos posibles».
La aplicación más conocida y discutida del binomio potencia-acto es la dualidad inseparable de materia (v.) y forma (v.), en griego: hyle y (eidos o) morfé, que ha dado nombre al hilemorf ismo (v.). En la Física nueva, la forma se representa por las estructuras de las leyes naturales; y se prefiere el término «estructura» porque designa una determinación intrínseca e integral del organismo físico, como la «forma» aristotélica; mientras que en el lenguaje moderno «forma» se usa más bien para expresar la forma exterior, visible y palpable. Es más difícil hallar algo análogo a la «materia» de Aristóteles -salvo la no correcta identificación, precipitada y expeditiva, de la materia aristotélica con la energía de la física moderna
5. Dialéctica-complementariedad.
A la hora de averiguar la esencia de la dualidad en cuanto tal, como se expresa en los cuatro binomios analizados anteriormente, hay que tener en cuenta que no se trata de contraposiciones meramente subjetivas de la sensación humana, como p. ej., frío y calor, húmedo y seco, amargo y dulce, duro y blando; en la Física nueva afloran oposiciones reales y ontológicas, puesto que la razón pura no puede menos de reconocer que la tensión, p. ej., ser-temporalidad existe en el mundo independientemente del hombre. Generalmente, hay dos actitudes filosóficas para abordar el problema: la primera, con una expresión ya usada en la antigüedad, se llama «dialéctica» ; la segunda, con un término acuñado por el premio Nobel danés Niels Bohr , es la concepción «complementaria».
Se comprende que los dialécticos del s. XIX y XX, sobre todo Hegel (v.) y Lenin (v.), así como Heidegger , le citen a menudo y estimen tanto. Es conocido que el comienzo de la dialéctica hegeliana fue la identificación entre «las puras abstracciones del ser y del no-ser» (Hegel, Enciclopedia..., Meiner, Leipzig,. Ya 23 siglos antes, en el atomismo de Leucipo y Demócrito , había la misma mentalidad, a saber: la dialéctica entre el ser de los átomos (lo on) y el no-ser del espacio vacío (in on, lo kenón), que existe también, a pesar de ser un no ente. Física nueva: «Es imposible que lo inismo exista y no exista al inismo tiempo (hama) en la misma cosa y en el mismo aspecto (katá lo autó) » (Metafísica, 1. 4,1005bl9). Desgraciadamente, una terminología equívoca dificulta a veces el entendimiento.
La física experimental de partículas elementales de altísimas energías, en los años 1955-70: «anti-partículas» (v.) o «anti-materia». Desde luego, un anti-protón no es la antítesis o la negación del protón, sino una partícula que en todas sus propiedades es coniplementaria al protón: tiene la carga eléctrica negativa (-1), el número cuántico bariónico (-1), etc.; por tanto, se parece al protón como la mano izquierda a la derecha; pero ¿quién llamaría la mano izquierda la «antimano» o la «negación de la mano»?
5. Multiplicidad-unidad.
La idea más antigua de la filosofía occidental -que aparece ya en la primera mitad del s. VI a. C. con Tales , Anaximandro y Anaxímenes , la escuela de Mileto - es la reducción de la inmensa multitud de cosas a un solo principio, a una unidad . En la Física moderna, William Prout (1785-1850) reanudó esta idea con su famosa hipótesis (1815) de que todos los átomos serían compuestos del átomo más sencillo, el del hidrógeno. La investigación posterior en el s. XIX y la nueva Física del s. XX no han comprobado la hipótesis de Prout como exacta.
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Generalmente, hay tres posibilidades a priori para concebir una teoría unitaria, a saber:
a) la del continuo matemático, en donde las aparentes discreciones o discontinuidades brotan tan sólo como singularidades en condiciones de margen, como en las cuerdas de un instrumento musical; ésta fue siempre la convicción de Einstein, Schródinger y la inclinación de Broglie (v.);
b) la solución dualista y complementaria de la escuela de Copenhague, cuyo iniciador fue Niels Bohr (v.) y cuyo representante más destacado después es Werner Heisenberg (v.). que publicó su libro sobre Teoría unificadora ele campos de partículas elementales en 1967; y
c) una teoría que, ya en su estructura matemática, rompe definitivamente con las vaguedades lógicas de algo «infinitamente pequeño» o «infinitamente grande», dando la preferencia al discontinuo, desde un principio
6. Orden-azar.
En la Antigüedad, los pensadores que han descubierto el orden, sobre todo el orden matemático, como principio cósmico (el sentido de kósmos en griego es precisamente: orden, hermosura, mundo) fueron Pitágoras (v.) y los Pitagóricos entre los que destacan Arquitas de Tarento y su discípulo Eúdoxos de Knidos; también Platón y los Platónicos. Aristóteles caracteriza a los Pitagóricos diciendo que han considerado «que los elementos de la matemática son también los principios de toda la realidad, y que todo el cielo es armonía y número» La Física nueva alienta el espíritu de Pitágoras y Platón.
7. Idea-realización.
La complementariedad entre orden y contingencia puede matizarse con la relación entre idea y realización. La forma más natural de interpretar la afirmación repetida en el poema de Parménides: «porque lo mismo es pensar y ser» (Diels, fr. 28133), «lo mismo es pensar y (el ente) por el cual es el pensamiento» (28138, 34), es decir, que expresa la intuición intelectual de la relación intrínseca entre idea y realidad, o dicho en una palabra: la intuición de la inteligibilidad del ente. Es conocida la gran influencia de Parménides en Platón, que dedicó su vida filosófica a meditar sobre idea y realidad, cuya conexión vio en la participación (mézexis)
8. Verdad-apariencia.
Después de haber refutado cabalmente el realismo ingenuo de la Antigüedad, que cree en la objetividad de todas las cualidades (v.) sensoriales, a partir de Galileo (v.) y Descartes surge el problema de la distinción entre cualidades «primarias» y objetivas (las de tacto, resistencia y',,de formas geométricas) y cualidades «secundarias» y meramente subjetivas (luz, colores; sonidos y ruidos; olores y sabores; frío y calor; dolores). Fue una reanudación del atomismo democriteo en forma científica: en realidad sólo hay átomos y sus remolinos; y todo el mundo que percibimos es pura apariencia y proyección subjetiva hacia fuera. La crítica filosófica de Hume y Kant hizo ver que los mismos argumentos a favor de la subjetividad de las cualidades secundarias se dirigen también contra la objetividad de las cualidades primarias.
9. Ser-pensar (verdad y persona).
La idea básica que ha iniciado la época de la Física nueva es, sin duda, la de tener en cuenta la presencia necesaria de un observador (real o por lo menos pensado, en distancias astronómicas) para que se realice una constancia científica. El modelo filosófico -una vez más- es el pensar y ser de Parménides Según sus propias cartas, sabemos cómo ha influido en el pensamiento de Einstein la lectura de Ernst Mach (1838-1916; v. POSITIVISMO) y más tarde de Hume y de Kant. La teoría de la relatividad merecería mejor el nombre de teoría de lo absoluto, porque prescinde de ficciones no verificables como el espacio y tiempo llamados «absolutos» por Newton y se basa en la constancia de la velocidad de la luz (en el vacío) , que representa una medida absoluta en comparación con los movimientos relativos de las estrellas. Asimismo, la mecánica cuántica (v.) de Heisenberg renuncia a modelos intuitivos y parte directamente de los observables (p. ej., rayas espectrales). Decir «observable» y «verificable» sin pensar, por principio, en un observador, en una persona capaz de verificar, de comprobar la verdad de una constancia sería absurdo.
La Física nueva toma en serio el hecho fundamental de que vivimos en un mundo percibido y juzgado por nosotros. El sentido poético de los verbos «percibir», «Observar», «juzgar», «verificar» presupone la realidad (v.) de sus objetos (en sueños no tenemos percepciones, sino imaginaciones). Pero tampoco podemos hacer abstracción del sujeto, de la persona que percibe como verdad (en alemán: wahrnehmen). En la concepción del s. XX, los objetos de la Física no son «objetivados» como «cosas existentes en sí», porque tan sólo existen como estructuras energéticas y elementos estructurales dentro del mundo cualitativo de nuestra percepción diaria. Participan, pues, en la relación con un a un sujeto de todas las cualidades.
nombres: Estafany Galleguillos
Carolina Gonzalez
Catalina Zamora
viernes, 2 de julio de 2010
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